San Cristobal y Hornillo
Desde Oteo.
Araba
Hoy nos hemos acercado hasta Santa Cruz de Campezo, en el interior de
Araba. Muy cerca de dicho pueblo, tomando la carreta que va hasta Opakua, una
vez pasado el estrecho cañón que forma el arroyo Rosaria, se encuentra el
concejo de Oteo.
Aparcamos a la entrada del mismo junto a su iglesia, la única de Alava
con advocación a San Mames.
Tras prepararnos, cruzamos por el frontón (con una puerta a la altura de
la “pasa”) y salimos del pueblo en dirección a San Justo.
Esta muy cerca, es una loma baja en cuyas inmediaciones asustamos a una
cierva, que sale pitando en cuanto nos intuye. La zona alta de la cima presenta
una forma acondicionada como para elevar una Ermita, la de San Justo de la cual
no queda resto alguno salvo la planta que es fácil de imaginar.
Volvemos a la pista, y me
encuentro un a Geoda de cuarzo con formas curiosas, blancas, transparentes,
marrones, brillantes. Muy chula.
Continuamos camino ascendiendo al Collado de la Calzada, donde giramos a
la izquierda y entramos en un precioso robledal con algunos ejemplares de buen
porte, pero aun no hemos llegado a la altura de “El Padre de todos los Robles”, a ese os lo presentaré luego.
Enseguida llegamos a la cima, donde nos encontramos la Ermita de San
Cristóbal, con un pequeño aterpe en su entrada por si es necesario cobijarse.
La rodean unos cuantos robles de buen tamaño, tan solo hay uno seco, el
resto gozan de buena salud. En uno de ellos, cercano a la entrada de la ermita
veremos colgado un aro de hierro. Me recordó a esos que se ven en las películas
que usan para llamar a comer o cosa similar. No se, serán cosas mías.
El camino continua por el bosque y a unos quinientos metros, en el mismo
centro del sendero, nos vamos a dar de frente con un ser fabuloso, magnifico,
el ejemplar de roble mas grande, alto, y sano que te puedas imaginar.
Tendrá más de cinco o seis metros de perímetro, sin duda el mayor roble
que yo haya visto jamás. Señoras, señores les presento al “Roble gordo de San
Cristóbal”.
Algo se esconde en el bosque
Después de sacar unas fotos seguimos el sendero que empieza a bajar
decididamente por un, en ocasiones, cerrado bosque. Pero no se llega a perder
el sendero. Hasta que salimos
a una pista que por la izquierda, y luego a la derecha nos baja hasta el río Sabando.
Aquí tuvimos el momento del día “aventurero”. Me refiero a que el rio
bajaba con bastante caudal. De un salto no pasábamos. Antes de descalzarnos
recorrimos la zona, arriba y abajo, buscando un paso y no lo hayamos. Al final
decidimos seguir la alambrada en dirección al molino, y lo hicimos tanto que
aparecimos arriba de la peña que lo cobija.
Jodeeeee, por aquí no se puede bajar.
Pues vuelta para atrás.
Al final retrocedemos unos metros, buscamos por
donde pasar la alambrada y nos dirigimos al río. Lo cruzamos por un “no muy mal
sitio”, con cuidado de no resbalarnos y solo nos mojamos un poco las botas,
pero sin calarnos.
Visitamos los restos del molino, que está
cerrado y en condiciones un tanto ruinosas. Sacamos unas fotos al interior y solo
conseguimos molestar a unos murciélagos.
Lo que si merece la pena visitar es la cascada
del río Sabando. Seguro que un buen fotógrafo sabría sacarle provecho al lugar.
Muy chulo, sí señor.
Retomamos el camino por la ancha pista y nos
dirigimos al Hornillo, que ahora mismo presenta una nube negra amenazadora,
pero para cuando llegamos ya se ha
disipado.
Cruzamos la puerta donde pastan un montón de
vacas que se giran a mirarnos, alguna más nerviosa que otra, tienen crías y
están “al loro”, pero pasamos sin problemas.
Nos metemos en el bosque y enseguida aparece
una larga rampa que me la toma con más prisa de la necesaria, y ¿que suele
pasar en estos casos?, pues eso que llego arriba con poco fuelle y “pelin
axfisiao”. No escarmiento.
La cima está llena de antenas y no tiene casi
vistas por culpa del boj.
Así que descansamos un ratito, un trago de
aquarius, agüita y para abajo.
Descendemos tranquilamente, hasta el pueblo nos
quedan poco más de tres kilómetros y tiempo de sobra, incluso como para coger
un grillo.
Bueno pues esto ha sido todo amigos.
Hasta otra. Nos saludamos en el monte.
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