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San Cristobal y Hornillo Desde Oteo. Araba


San Cristobal y Hornillo
Desde Oteo.
Araba




Bilbao, a  19 de Mayo de 2018.
Hoy nos hemos acercado hasta Santa Cruz de Campezo, en el interior de Araba. Muy cerca de dicho pueblo, tomando la carreta que va hasta Opakua, una vez pasado el estrecho cañón que forma el arroyo Rosaria, se encuentra el concejo de Oteo.
Aparcamos a la entrada del mismo junto a su iglesia, la única de Alava con advocación a San Mames.
Tras prepararnos, cruzamos por el frontón (con una puerta a la altura de la “pasa”) y salimos del pueblo en dirección a San Justo.

Esta muy cerca, es una loma baja en cuyas inmediaciones asustamos a una cierva, que sale pitando en cuanto nos intuye. La zona alta de la cima presenta una forma acondicionada como para elevar una Ermita, la de San Justo de la cual no queda resto alguno salvo la planta que es fácil de imaginar.

Volvemos a la pista,  y me encuentro un a Geoda de cuarzo con formas curiosas, blancas, transparentes, marrones, brillantes. Muy chula.

Continuamos camino ascendiendo al Collado de la Calzada, donde giramos a la izquierda y entramos en un precioso robledal con algunos ejemplares de buen porte, pero aun no hemos llegado a la altura de “El Padre de todos los Robles”, a ese os lo presentaré luego.
Enseguida llegamos a la cima, donde nos encontramos la Ermita de San Cristóbal, con un pequeño aterpe en su entrada por si es necesario  cobijarse.

La rodean unos cuantos robles de buen tamaño, tan solo hay uno seco, el resto gozan de buena salud. En uno de ellos, cercano a la entrada de la ermita veremos colgado un aro de hierro. Me recordó a esos que se ven en las películas que usan para llamar a comer o cosa similar. No se, serán cosas mías.





El camino continua por el bosque y a unos quinientos metros, en el mismo centro del sendero, nos vamos a dar de frente con un ser fabuloso, magnifico, el ejemplar de roble mas grande, alto, y sano que te puedas imaginar. Tendrá  más de cinco o seis  metros de perímetro, sin duda el mayor roble que yo haya visto jamás. Señoras, señores les presento al “Roble gordo de San Cristóbal”.
Algo se esconde en el bosque

Después de sacar unas fotos seguimos el sendero que empieza a bajar decididamente por un, en ocasiones, cerrado bosque. Pero no se llega a perder el sendero. Hasta que salimos a una pista que por la izquierda, y luego a la derecha nos baja hasta el río Sabando.
Aquí tuvimos el momento del día “aventurero”. Me refiero a que el rio bajaba con bastante caudal. De un salto no pasábamos. Antes de descalzarnos recorrimos la zona, arriba y abajo, buscando un paso y no lo hayamos. Al final decidimos seguir la alambrada en dirección al molino, y lo hicimos tanto que aparecimos arriba  de la peña que lo cobija.

Jodeeeee, por aquí no se puede bajar.
Pues vuelta para atrás.

Al final retrocedemos unos metros, buscamos por donde pasar la alambrada y nos dirigimos al río. Lo cruzamos por un “no muy mal sitio”, con cuidado de no resbalarnos y solo nos mojamos un poco las botas, pero sin calarnos.



Visitamos los restos del molino, que está cerrado y en condiciones un tanto ruinosas. Sacamos unas fotos al interior y solo conseguimos molestar a unos murciélagos.

Lo que si merece la pena visitar es la cascada del río Sabando. Seguro que un buen fotógrafo sabría sacarle provecho al lugar. Muy chulo, sí señor.



Retomamos el camino por la ancha pista y nos dirigimos al Hornillo, que ahora mismo presenta una nube negra amenazadora, pero para cuando llegamos ya  se ha disipado.
Cruzamos la puerta donde pastan un montón de vacas que se giran a mirarnos, alguna más nerviosa que otra, tienen crías y están “al loro”, pero pasamos sin problemas.
Nos metemos en el bosque y enseguida aparece una larga rampa que me la toma con más prisa de la necesaria, y ¿que suele pasar en estos casos?, pues eso que llego arriba con poco fuelle y “pelin axfisiao”. No escarmiento.



La cima está llena de antenas y no tiene casi vistas por culpa del boj.
Así que descansamos un ratito, un trago de aquarius, agüita y para abajo.
Descendemos tranquilamente, hasta el pueblo nos quedan poco más de tres kilómetros y tiempo de sobra, incluso como para coger un grillo.

 Volvemos a casa a comer y ver el Giro, que hoy toca la subida al Zoncalan, mítico puerto donde Igor Antón gano una etapa.

Bueno pues esto ha sido todo amigos.

Hasta otra. Nos saludamos en el monte.

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